"JÓVENES, TRABAJANDO PARA JÓVENES..." - ¡SIEMPRE BUSCANDO LA VERDADERA JUSTICIA SOCIAL EN LA PROVINCIA DE SÁNCHEZ CARRIÓN!
   
  ASOCIACIÓN SIGLO XXI
  NUEVA LITERATURA HUAMACHUQUINA
 

Fragmento de la Novela: 
"Filosofía... Un camino de Libertad"
Joel J. Espinoza Alayo

Por motivos de seguridad para evitar el plagio de la novela, antes de que ésta sea editada y publicada, sólo se ha considerado una pequeña parte de ella, si desean la novela completa en Pdf. o Word, escribir por favor al correo: jjespa25@hotmail.com

 que gustosos se lo enviaremos.



III

Soplaba el viento, corría por todos lados tratando de ubicar su sombra; el ocaso del Sol era inminente y poco a poco se perdía por entre las nubes simulando estar solo, tratando de pasar por alto su complicidad con la Luna, la que se apresuraba a presenciar la partida de su amado; Tuqui sentado sobre el puente donde quedó a reunirse con Ramsés parecía ser el único espectador de tan bella figura cósmica. Observó a sus costados y no vio otra cosa más que basurales, los cerdos fieles a su tradición hacían fiesta y competían por ser el más asqueroso, las moscas en su carnaval, bailaban y cantaban inmersas en una armonía, tejiendo el ambiente baldío, hogar de los vagabundos.
- Buenas tardes Tuqui – se escuchó débilmente, como si el viento trajera las palabras desde lo más lejano del mundo; Tuqui volteó la cabeza y vio detrás suyo a Ramsés que lo observaba con esa mirada de nostalgia pero optimista.
- Hola Ramsés, no te ví llegar – respondió sumiso.
- No te preocupes, es normal que no me vean, como te dije ayer, es mejor pasar desapercibido, no incomodas y tampoco te incomodan.
- Ahora lo comprendo, es tu filosofía de vida, el vivir tranquilo que te otorga el alejarte de la sociedad…
- Ven hablaremos de eso y un poco más pero en otro lugar, te dije que te invitaba a mi hogar, y este puente es sólo mi sala, la habitación de diálogos se encuentra en otra parte, además aquí corres el riesgo de que la gente te vea conversando con un vagabundo y puedes, por ello, comprometer tus relaciones sociales.
Salieron del lugar y caminaron por calles solitarias, hasta las afueras de la ciudad bulliciosa, Tuqui sentía una seguridad incomprensible, su corazón esperaba la sorpresa no ofrecida por aquel personaje, que a veces le traía a la mente los pocos recuerdos que tenía de su padre. Llegaron a una pequeña casa manchada de humo y de paredes viejas; su aspecto tétrico preocupó al joven, pero al llegar a la puerta se divisaba un fondo prometedor, la luz roja intensa invitaba a la sangre a disfrutar lo que allí se ofrecía.
- En aquella mesa nos vamos a sentar – dijo Ramsés, con voz suave y protectora.
- ¡Hola Ramsés! Ahora ¿con quién viniste?, veo que no es libro ni mascota.
- Es un amigo deseoso de conocer nuestro mundo, trátalo con la libertad que se merece.
Tuqui sorprendido, completamente inmutado, sólo atinó a hacer un gesto de amabilidad cuando la mujer se retiró.
- ¿Es linda verdad? – Dijo Ramsés – Su nombre es Lidia, a primera vista parece una mala mujer, o talvez lo sea pero para la sociedad.
- ¿Cómo es eso de talvez lo sea para la sociedad? – Interrogó Tuqui – la impresión que tengo es que esto también es sociedad… después de todo tu sociabilidad no parece tan mala.
- Es cierto Tuqui, aquí vivimos nuestro mundo las personas que dentro de la ciudad estamos aislados, pero aquí no somos socios por lo tanto no guardamos intereses, sólo nos mostramos cómo somos, con libertad, sin hipocresía.
- Creo que entendí, por ello han cambiado la palabra respeto por libertad.
- Eres audaz Tuqui, otra persona, de haberme escuchado, seguro hubiese pensado que no se utilizar las palabras o al menos las confundo o quizá ni se hubiesen percatado.
- ¡Muy bien atractivo jovencito! Que te puedo ofrecer, hay trago corto, vino; también hay cerveza… mujeres… - dijo Lidia con una hermosa sonrisa.
- No, solamente un vaso con agua, por favor – respondió Tuqui.
- Ah, veo que aún estás encarcelado… mira querido aquí puedes pedir lo que desees, nadie te juzgará por ello, estoy segura que desearías probar un delicioso vino.
- ¡Si Tuqui! – Dijo Ramsés – vamos a beber vino, es buen consejero, verás que nuestra plática será más amena.
- Está bien, pero sólo un poco…
Les trajeron una botella de vino y ambos brindaron. Había mucha gente en el lugar pero a nadie le importaba lo que el otro hacía, sin embargo al mismo tiempo todos manejaban una misma idea, la de compartir.
Unos bebían a más no poder, otros se dedicaban a bailar, algunos iban a las alcobas acompañados por sensuales señoritas, otros en pareja de su mismo género disfrutaban de sus bocas y sus manos parecían tener cuerda sobre sus cuerpos; era lo que en la civilización social se conoce como perdición, pecado; pero eran tan felices que no se observaba daño alguno.
- ¿Te gusta? – preguntó Ramsés.
- Aún intento adaptarme – Respondió Tuqui.
- Me alegra, pero ten la seguridad que no lo lograrás hoy, los seres humanos constantemente aprendemos, nos adaptamos a nuevas circunstancias, pero todo esto es un proceso en el que primero admiras, que es el plano en el que te encuentras, luego conoces y por último amas…
- O talvez odias… - interrumpió Tuqui.
- Talvez, pero en el mundo sólo se odia aquello que no permite expresarte, es decir lo que restringe la libertad de tus sentimientos… o tu razón…, pero en definitiva ese odio no es más que amor, sólo que un tanto inmaduro, y en sociedad nos quedamos en él dado que no podemos comprendernos, y el comprender es parte del amor, pero de un amor más elevado, por lo tanto todo aquello que logramos conocer logramos también amarlo, aunque en un comienzo parezca lo contrario, es como te digo un proceso.
Tuqui no muy seguro de haber entendido, tenía muchas interrogantes que hacer, pues este hombre vagabundo en unos minutos le había hablado de la libertad y del amor en sociedad. Se preguntaba para sí ¿Qué tanto había de verdad en sus palabras? Pero sea como fuere le ofrecía algo distinto a lo que hasta ese momento había llevado como vida. En eso se acordó de las palabras de Lidia “aún estás encarcelado” e interrogó a su ahora amigo, sobre el porqué de esas palabras.
- Es coherente amigo Tuqui con lo que te había venido explicando al principio. A este hogar frecuentamos casi la misma gente, todos de algún modo hacemos lo que queremos, pero al mismo tiempo queremos lo que hacemos y adicionalmente a ello compartimos mucho, la idea central radica en no aparentar ser lo que no somos ya que esto es válido sólo para la sociedad, en aquel mundo del cual tú vienes. Una persona aparenta lo que no es cuando reprime sus sentimientos, cuando en vez de vino pide agua, pero es comprensible, sus arraigos sociales, sus normas que han sido su vida durante mucho tiempo le coloca en una disyuntiva entre el ser y el deber ser, entre el querer tomar vino y el deber tomar agua; es una aparente contradicción, solucionable a través del proceso que te expliqué. ¿Ahora comprendes?, ¿comprendes porqué Lidia dijo que aún permaneces encarcelado?
- Sí lo comprendo, pero porqué dices: aparente contradicción, cuando lo que percibo son dos cosas distintas y hasta antagónicas.
- Son dos cosas distintas, pero no antagónicas; mira cuando ves a un niño jugando en el parque, él está haciendo lo que quiere hacer en ese momento y a en la edad que tiene es lo que debe hacer, por lo tanto hay una correspondencia entre lo que es y lo que debe ser, ahora tu me dirás que el deber ser está relacionado con la actitud frente a la sociedad, y es cierto, las normas son para convivir en grupo, son para ayudar al ser individual a desarrollarse, no para bloquear su libertad; son para proporcionarle felicidad, no para sumirlo en una penitencia social, y la felicidad no se encuentra al final de la norma sino dentro de ella. Una persona es feliz cuando satisface su ser, sea de la forma que fuere, sólo considerando una regla, la de no hacer daño al otro que al igual que tú está tratando de ser feliz, entonces ¿porqué no hacer las cosas que en conjunto pueda generarnos bienestar?, es preciso crear por ello un mundo donde lo que hagamos a voluntad sea lo que debamos hacer, donde nuestras actitudes no sean prefabricadas y tendenciosas al encarcelamiento, sino más bien estén de acuerdo con nuestra calidad de seres humanos, con sentimientos y razón.
- Eres muy elocuente… - dijo Tuqui – y aunque esto último no me quedó muy claro estoy satisfecho, pues he comprendido muchas cosas o al menos eso creo; déjame decirte que nunca en mi vida hubiese imaginado que un vagabundo supiera tanto de la vida, de los seres humanos, pero veo que me equivoqué con ustedes.
- No lo hiciste, sólo actuaste como debiste… desde la corriente social, nos conocerás más, no cuanto más te hable sino cuanto más compartas tu vida con nosotros. Por ello no hablaré más de lo que yo pienso sobre el mundo, ¡llegó la hora de hablar de ti!, cuéntame, eres universitario ¿verdad?
La sorpresa y admiración no se escapaba de Tuqui, le era imposible creer que un tipo de la calle, harapiento, sucio y además relativamente joven hablara con tanta sabiduría como si hubiese vivido mil años, eso le atraía como el imán al hierro; quería seguir conversando ya que nunca en su interior sintió tanto gusto al dialogar con alguien; pensó, además, en hacerlo su confidente y entregar a aquel hombre sus pensamientos que nunca a nadie había manifestado.
- ¿Cómo lo sabes? – respondió Tuqui.
- Aparte de tu personalidad estudiantil, vi tus cuadernos… y sobre uno de ellos, las siglas UNT.
- Si es cierto, ingresé a la universidad pero aún no sé si quiero estar allí – su voz mostraba a un joven triste y confundido.
- Te entiendo, por ello pienso que eres distinto a los demás, no está en ti el seguir cronogramas ni reglamentos que vulneran tu libre albedrío.
- Si talvez sea eso, pero a veces creo que sólo es la rebeldía propia de mi edad.
- A mí me parece que lo que te ocurre tiene un poco de rebeldía, lo que es normal en tu edad, pero lo esencial radica en que tu rebeldía no es temporal sino más bien tu destino.
- Me confundes más, ¡tengo que elegir ahora! Si seguir con un plan de vida, como tú dices, válido para la sociedad o si optar por una vida de libertad a la cual tengo miedo.
- Es interesante que sepas las posibilidades que tienes, yo sólo puedo decirte que la libertad es un misterio, es un valor en potencia, en cada momento un total y continuo descubrir.
- ¿Tú que me aconsejas?
- La verdad, es que no te conozco lo suficiente para sugerirte lo que debes hacer, pero puedo intentar algo. ¿Qué es lo que ahora te atrae de la universidad? O ¿no te atrae nada?
- Una señorita, sí… una llamada Sarif, es muy bella nos conocimos un poco, me hizo sentir algo que nunca sentí.
- ¿Te enamoraste?
- Aún no sé que es eso, pero lo que sentí no era tristeza pero tampoco alegría, era tan natural que parecía ya haberme sucedido, pero a la vez me sorprendía, pues nunca me ocurrió tal cosa. ¿Tú alguna vez te has enamorado?
- Buena pregunta, y para que aclares tus dudas te voy a explicar algunas ideas que configuran mi punto de vista.
- Está bien…
La botella de vino se estaba terminando, el calor era fuerte y el tiempo pasaba como un riachuelo que suena pero nadie hace caso. El alcohol penetraba lo más hondo de la física naturaleza humana. Las reacciones fisiológicas simulaban mayor fortaleza y los bebedores se sentían cada vez más seguros de sí mismos y sus verdades se tornaban incuestionables.
Bebían y bebían como si el vino fuera un manjar que sólo se disfruta una vez en la vida, la humareda de los cigarros opacaba la vista aún más de lo que debilitaba los efectos del licor. Lidia salía de una habitación secándose el sudor y detrás de ella un hombre robusto y viejo cuya barba tapaba la mayor parte de su rostro, se apretujaba el cinturón y se disponía a seguir bebiendo.
- Mira, amigo, yo si me he enamorado, y aún lo estoy, de todo mi ser, de toda mi libertad; el estar enamorado significa zambullirte y ser parte de ese algo de lo cual te enamoraste, vivir tu vida en lo otro, pero sintiéndote por ello feliz y pleno, siendo capaz hasta de entregar por lo amado, tu propia vida.
- Me parece que estás exagerando Ramsés.
- Es posible, pero el amor no admite mediocridades, o amas o no amas, no creo que se dé el caso de amar a medias.
- Si, pero…
- Escucha, una madre ama a su hijo o no lo hace; pero la mayoría de ellas se entregan completas, con su experiencia y posibilidades a sus vástagos, sin importarles o sin ponerse a pensar si esto les perjudica.
- Yo no creo que de mi vida por Sarif – pronunció seguro Tuqui.
- Entonces no la amas ni estás enamorado, lo que pasa es que la admiras por su belleza de la cual te gustaría disfrutar.
- Pero puedo llegar a amarla…
- Eso sí, porque si bien no la amas, amas la belleza y luego de que la conozcas más es probable de que llegues a enamorarte.
- ¡Claro!, tú me dijiste que es un proceso, pero también dijiste que todo amamos excepto lo que no permite expresarnos.
- Y te lo recalco, pues el amor lo llevamos en el fondo de nuestro ser y es el punto de unión de dos dimensiones infinitas, la material somática y la espiritual; una persona que no ama, no pertenece entonces según este pensamiento, a la naturaleza bidimensional y en el mundo no existe tal persona.
- La verdad es que no entendí, si todos amamos entonces ¿porqué existen los criminales, las guerras y tanta violencia?
Ramsés, se dio cuenta que estaba forzando sus respuestas, y qué ni siquiera él comprendía bien lo que era el amor. Sintió que transpiraba, pero no quiso dejar con incertidumbre a su asiduo interrogador que cada vez se ubicaba en los umbrales de la ebriedad, así que en algo tendría que ayudarle.
- Precisamente porque vivimos en una sociedad llena de hipocresía, donde la competencia por salvaguardar los intereses, ofusca la esencia de los seres humanos, el amor. Ahora ese sentimiento sublime toma diversas direcciones, una hacia los familiares, otra hacia la pareja, otra hacia la naturaleza y otra hacia la humanidad; pero todas están en potencia, es decir listas para ser desarrolladas y dependen del amor propio… Algunos seres humanos por no decir la gran mayoría sólo construyen decididamente una de las direcciones del amor y olvida las demás, aquellos que propugnan la guerra es porque a sí mismos se quieren demasiado o quizá fomentan el terror por defender en exageración la dirección de su amor.
- Y eso no es entonces ¿no amar?
- Tuqui, el amor va más allá de la comprensión racional, es casi como la fe, y esto implica asumir el riesgo de tender subjetivamente hacia direcciones afectivas y evitar con todas nuestras fuerzas su vulneración, incluso hasta el hecho de provocar violencia, pero volvemos nuevamente al inicio, todo a causa del amor.
- Me siento mal, ¿te parece Ramsés si otro día, sobrios, continuamos la plática?
- La sobriedad es peligrosa para hablar de estos temas porque incita a que el humano se deshumanice y dialogue con lo que le conviene y no con lo que realmente siente… pero en fin… el diálogo no se termina como el vino…
- Ufff, tengo ganas de ir la baño…. – dijo Tuqui, levantándose de su asiento con desdén… - Me siento ebrio…
- Ve, el baño está al frente de la cantina, puedes entrar a cualquiera y no te sorprendas si encuentras en ellos hombres, mujeres, homosexuales, lesbianas o incluso amantes de los dos sexos… es natural aquí.
Tuqui caminó meneándose de un lado para el otro, la gente ni lo miraba, el humo parecía guiarlo a una nueva experiencia desconocida pero de antemano muy placentera.
- ¡Pero que guapo!, parece que el vino ha maquillado tu rostro… - profirió Lidia, interrumpiéndole en su camino, con una mirada que parecía internarse en el cuerpo de Tuqui dispuesta a ser parte de su historia, la que al parecer comenzaba a empezar.
- Sí..., me cayó mal el vino, ahora voy al baño…
- Iré contigo… pero antes déjame traer otro trago, brindaremos y luego…
- Luego qué…
Lidia sólo lo miró, lo tomó de la mano y fueron a la cantina, les sirvieron un trago y con él se dirigieron al baño. Tuqui estaba sorprendido y en su mente rondaba la idea de ver desnuda a Lidia y que quizá podía estrenar sus cualidades masculinas en ella. Llegaron al baño y él no hacia nada más que mirarla.
- Y bueno vas a orinar o no… - dijo Lidia con rapidez.
- ¿Tu me estarás viendo? – preguntó preocupado Tuqui.
- Pues no creo que vea algo novedoso…- dijo sonriente Lidia, y se retiró con dirección a la puerta.
- Está bien…
Lidia volvió a ingresar con una reluciente jovencita que encajaba muy bien en las estructuras mentales de Tuqui, buena silueta, buen rostro, y con un ímpetu atemorizante. Antes de llegar a él le dijo que por un momento lo dejaba en compañía de ella para ir a desocuparse de algunas responsabilidades propias del local.
Él con desconfianza terminó de orinar bajo la atenta mirada de la reluciente jovencita, quién comenzó a besarlo y tocarlo. Él no sabía que hacer, si mover sus manos o no, si corresponder al beso o no.
- Sabes, pensé que mi primer beso iría de la mano con mi primera relación sexual…
- Oye… consideras acaso ¿que sólo te estoy besando y luego me iré?...
La gente ingresaba al baño pero nadie los miraba, expresaban desdén y felicidad al mismo tiempo, las horas eran fantasmas que en este ambiente no asustaban a nadie.
La reluciente jovencita, empecinada en besar a Tuqui, no le importaba otra cosa más que eso. Y Tuqui se acordó de Ramsés, que ya hacía rato debería estar solo.
- ¡Ramsés!... los siento muñequita pero tengo que ir a ver a mi amigo… - salió con rapidez moviéndose de un lado al otro con mayor frecuencia. Observó la mesa y no había nadie ni siquiera la botella de vino. Vio a Lidia, se acercó y la preguntó si sabía su paradero.
- En estos momentos debe estar fatigado y casi agonizando – dijo aparentando preocupación – pero seguramente saldrá de ésta muy bien librado… jajajaja
- A que te refieres cuando dices ¿agonizando? – refirió Tuqui muy preocupado, y como si la embriaguez le hubiese pasado.
- Pues que en estos momentos está disfrutando de los placeres carnales con mi colega Sonia, si tanto te preocupa podemos ir a verlo y llevarte a mi amiga para que estés cerca de ellos, prometo que será discreta contigo…
- Lo siento Lidia, si es así me tranquiliza pero ahora tengo que irme, son casi las tres de la mañana y es primera vez que me quedo hasta estas horas…
- Parece que no sirvió de nada lo que conversaste con Ramsés ¿acaso será la primera y última vez que vienes por acá?, ¿prefieres tu cárcel a la libertad que aquí respiras?
- No estoy seguro de lo que es realmente la libertad, siempre quiero que ella me permita llegar al Sol, que el mundo se entere de quién he sido y sobre todo entienda y comparta mi hazaña.
- Tuqui, puedes irte si quieres y venir cuando desees, la libertad justamente es eso, saber decidir que es lo que sigue para nosotros en el siguiente segundo el cual no vuelve ni da segundas oportunidades… ven conmigo, tengo un pequeño texto escrito por mi abuelo, en el que describe lo que es la libertad, lo lees y luego puedes venir para comentarlo…
- Estoy de acuerdo… - dijo Tuqui con un semblante entusiasta.
Salieron a la calle, la que estaba inundada de humanos, algunos expresando su amor, haciendo testigos de ello al viento y a la noche, los que juntos a sus manos acariciaban sus cuerpos desnudos. Otros coreaban canciones como gritos al universo oscilante que sólo enviaba a sus ejércitos de estrellas a asegurase que aún no hayan destruido el planeta.
Caminaron dos cuadras pequeñas y llegaron a un aposento lleno de flores y decorada con colores claros, muy diferente al lugar de donde venían.
- Esta es mi casa, vivo sola afortunadamente, disfruto de mi soledad… si gustas puedas quedarte y mañana ir a tu casa, tengo un cuarto de huéspedes con todas las comodidades; si gustas también puedes quedarte para siempre… ¡Ah, pero eso sí… debes ser libre!
La casa era pequeña pero hermosa, las habitaciones parecían relucientes espejos que hasta arreglaban el rostro cuando uno se miraba en ellos. Las sillas llamaban al descanso y la cama parecía un pedazo de nube blanca maravillosa. Tuqui allí recordó nuevamente su sueño y quiso que se repitiera.
- Sí, mi vida está al otro lado de la ciudad pero creo que hoy no me extrañará, acepto tu invitación… mañana me iré temprano.
Lidia ingresó a una habitación, la que a diferencia de las demás estaba cerrada con llave, ingresó y ni siquiera encendió la luz, rápidamente salió, como si alguien dentro la hubiese empujado; en sus manos tenía dos hojas de las cuales la primera era la carátula en la que se observaba “filosofía… un camino de libertad”, eran unas hojas viejas, pintadas de amarillo por el pincel del tiempo.
- Lo escribió mi abuelo hace más de cincuenta años, y aún no termino de comprender, me ha servido de aliento más que de guía, léelo… siempre pensé en dárselo a quién no le importara mi atractivo físico, ni mis caricias o insinuaciones…
Tuqui se sorprendió porque él si pensó en Lidia como un mar de caricias y aún más quería verla desnuda, y pensó en no sincerarse para no arruinar el momento.
- Seguro que me servirá, mañana lo reproduzco y te lo traigo…
- ¡No!, no puedes reproducirlo, la idea de este texto es que sólo lo leas tú, nadie más; antes de compartirlo tienes que entenderlo; llévalo, tú tienes la capacidad para analizarlo y aprovecharlo al máximo. Si vuelves que no sea a entregármelo sino a verme y compartir conmigo la libertad que descubras en ti.
La mañana no demoró en llegar, Tuqui no pudo conciliar el sueño ni por un instante, quiso leer el texto pero luego sintió miedo, lo miraba al reverso para ver si era largo o corto pero el grosor del papel no le permitía hacerlo. Pensó mejor en guardar el papel, que estaba seguro lo que contenía le iba a cambiar la vida y talvez lo que pensaba; decidió no leerlo hasta que logre tocar el Sol que era su máximo objetivo de libertad. Estuvo durante un rato echado en la cama, y salió a buscar a Lidia. Ésta no se encontraba, pero había dejado escrito un papel sobre la mesa de la sala: “En la cocina está tu desayuno, y en tu interior tu libertad…”.

 
 
  ¡HAY 8 visitantes (9 clics a subpáginas) GRACIAS! Todos los derechos reservados para ASXXI-HCO  
 
ÚNETE A LA PLATAFORMA JUVENIL DEL ANDE LIBERTEÑO... ¡NO TE QUEDES FUERA! Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis